Entró derecho al corazón.
Dispuso así el que sabía en quién confiaba.
La herida que se abrió derramó mis tristezas olvidadas.
Nuevamente a engañarle a la vida.
Que le gano,
le grito,
desespero...
Ella sigue. . .
Su ritmo no se para.
Déjame ya mi tiempo.
Espacios de soledad yo necesito.
Déjame cerrar mis labios
como cárceles a las palabras.
Y que en silencio pueda elevar
mi canto de alabanza.
Disparo a mi confianza
Disparo por quien corazón y alma entregué
Y para qué, si una nueva pérdida logré.
Pues un interior roto nuevamente.
Y lloro sobre todos los escombros de mi vida,
que solamente sirven para garabatear historias.
Danzan lágrimas sobre mis párpados
Bailando un "son" macabro suben desde mi alma
y se deslizan suave y lento hasta mi cerrada boca.
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