Mirarla al final era un placer! Más que un placer una acabada obra de arte.
Al final consiguió transformarse en ello!
Le gritaban!
Le seguían!
Le acusaban!
Se burlaban!
Mientras... ella se iba despojando, paso a paso, de a una en una por vez, de cada prenda que la cubría...
Lo hacía con ritmo lento, y como a las finas capas de una cebolla hasta dejar al descubierto su centro nacarado...
Se perdió hacia quién sabe dónde, con el cuerpo ceñido en su hermoso traje de elástica tela de piel humana...!
Y una cortina de niebla le envió la luna...
La señora de plata se apiadó de ella y le tejió una capa y la cubrió de bruma.
Y ella se sintió al fin muy "bien amada".
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