Siempre un hasta luego nos separaba con la esperanza puesta en un nuevo encuetro.
No pasaba un día en los que , excepto la lluvia, se hiciera imposible esa gran visita...
Con Pablo, juntitos los dos , como siempre desde el día en que supe que estaba en mi vientre... íbamos gozosos tomando esa calle, cuando el sol caía y el empedrado se volvía de oro, o mejor sería transformado en dulces caramelos de miel, bien redondos, brillosos... caramelos dorados bajo frondosos árboles.
Ibamos contentos.
Dejando de lado recuerdos pesados, recuerdos muy tristes... nos sentíamos libres, confiados, felices, como que la vida nos pertenecía de un extremo a otro...
Por algo Pablito, era el Principito...
Eramos felices saliendo expectantes, jugando y cantando a ver si ese día estaba su amigo....
Horacio allí estaba en la puerta del local , junto a su mamá, preparado y serio con su bolsa llena de baldes y palas, para ir a la plaza....
Hoy somos tres los que arrancamos y paramos en LA CASA y les saqué una foto que les prometo colocar aquí... verán que pequeños que eran los dos...
Cada día nuestro llevaba ofrendas de amor a LA CASA, piecitos saltando acariciaban sus peldaños y manos inquietas tomaban sus rejas... traviesos deditos tocaban el timbre... y esta soñadora le enviaba piropos... le decía dulces promesas ...
Nunca te dejaré sola... Nunca permitiré que vengan y te demuelan... nunca!!!
A LA CASA yo la hice mía.!!!!!!
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