Hoy es una tarde melancólica en BA.
No por ello menos hermosa que todas las demás que se pueden disfrutar si uno tiene inventiva y deseos de pasarla bien.
Ya tardecito y frente al hogar y con mi Fidel haciendo ruidos a mis pies... con una TeVe que aunque no la miro quedó en algún canal que le agradaba al último que pasó por aquí....recordé una idea que por alguna razón se instaló en mi cuando terminé de leer hace muuuchooo tiempo un cuento breve.
Se trataba de los granos de trigo y sus destinos diferentes.
Uno de esos granos, se miró, calculó la armonía de su redondeces, se recreó con las tonalidades parejas que irradiaba su exterior... y no se cansaba de admirar hermosura.
Ese grano se sintió tan maravilloso, tan perfecto,que resolvió vivir manteniéndose de esa manera.
Se dijo convencido que él no estaba creado para morir en la suciedad y que nadie más pudiese contemplar su belleza. Que no aceptaría por nada del mundo que se arruinaran sus maravillosas curvas.
Se dijo convencido que él no estaba creado para morir en la suciedad y que nadie más pudiese contemplar su belleza. Que no aceptaría por nada del mundo que se arruinaran sus maravillosas curvas.
Así que aceptó ir a parar a una hermosa vitrina para ser admirado por cuanto personaje pasara por allí.
Mientras, las que se consideraron comunes y aceptaron el rol para el cual fueron creadas..,. se dejaron espacir sobre la tierra húmeda y sepultadas allí dar todo su ser para después de muertas dar más vida.
Esas, las comunes, las que al igual que ella también tenían hermosas formas y un interior lleno de promesas que no pensaban guardar para si sino brindarlas a los demás, después de haber pasado por el sufrimiento de deformarse, partirse, vaciarse y morir.... pero quedando transformadas en hermosas espigas doradas.
Ellas, las comunes, querían multiplicarse en muchas otras hermosas promesas...
Y recordando esos granos, bajé mi mirada y encontré mis manos.
Y no pude recordar mirándolas, a aquellas delgadas y finas que se les veían tan bellas sobre el teclado del piano, o sosteniendo una rosa, o acariciando al amado o desordenando el cabellos de sus niños pequeños....
Ahora después de haber brindado un sin fin de caricias, de haber trabajado duro desde un escritorio, pasando por la tierra de un jardín, haber preparado mezcla cuando arreglaba la casa, y de haber sido fieles servidoras para menguar el dolor de los enfermos o para sostener al desvalido...
Ahora veo que en mi cuerpo, todo demuestra que me dejé caer mansamente en el surco de la tierra húmeda de la vida, para dar hasta más allá del dolor....
Luego de recordar el proceso por el que he pasado al igual que muchas otras semillas dispersas en la huellas de toda la vida de la humanidad... levanté mis manos y a pesar de todo las vi bellas.
Y me sentí en paz.
Porque al fin y al cabo cada una de nosotras, mujeres, somos las que vamos eligiendo desde el arranque, conciente o inconcientemente, qué queremos ser, qué destino tomar y para allá vamos: para guardarnos en la vitrina o para darnos para dar vida . O tal vez para ayudar a vivir, que también es otras de las formas de engendrar vida, y que no es poco.
Ellas, las comunes, querían multiplicarse en muchas otras hermosas promesas...
Y recordando esos granos, bajé mi mirada y encontré mis manos.
Y no pude recordar mirándolas, a aquellas delgadas y finas que se les veían tan bellas sobre el teclado del piano, o sosteniendo una rosa, o acariciando al amado o desordenando el cabellos de sus niños pequeños....
Ahora después de haber brindado un sin fin de caricias, de haber trabajado duro desde un escritorio, pasando por la tierra de un jardín, haber preparado mezcla cuando arreglaba la casa, y de haber sido fieles servidoras para menguar el dolor de los enfermos o para sostener al desvalido...
Ahora veo que en mi cuerpo, todo demuestra que me dejé caer mansamente en el surco de la tierra húmeda de la vida, para dar hasta más allá del dolor....
Luego de recordar el proceso por el que he pasado al igual que muchas otras semillas dispersas en la huellas de toda la vida de la humanidad... levanté mis manos y a pesar de todo las vi bellas.
Y me sentí en paz.
Porque al fin y al cabo cada una de nosotras, mujeres, somos las que vamos eligiendo desde el arranque, conciente o inconcientemente, qué queremos ser, qué destino tomar y para allá vamos: para guardarnos en la vitrina o para darnos para dar vida . O tal vez para ayudar a vivir, que también es otras de las formas de engendrar vida, y que no es poco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario