Me estoy alejando de la pantalla...
¡Me cuesta tanto estar aquí...!
Luchando para encontrar las palabras, tratando de recordar cómo se escriben y seguir moviendo mis dedos que aún reconocen el teclado y sus puntos mágicos que una a una desgranan las letras buscadas.
Pero hoy , cuando me di cuenta que durante tres días tuve que estar a merced del "después".
Palabra terrible si las hay.
Palabra que cuanto más tiempo pasa, más y más la escucho y la sufro.
Es que en estos tiempos en los que ya no trepo a un banco, ni puedo arrodillarme ni agacharme....
todo se me hace tan difícil!
Llevo tanto tiempo poniendo lo mejor de mi histrionismo, para disimular, para disparar la atención de todos hacia otro lado, que hay días en que hasta yo me la creo.
Mi pregunta interior es: se trata de orgullo, de pensar que uno tiene que poder siempre todo? O simplemente tratar de retardar lo más posible el que mis hijos se enfrenten con la realidad de que la mamá que todo lo pudo hasta ahora, ya no es esa.... que la realidad ha dicho hasta aquí.
Llegó el momento de grandes resoluciones. Espero no equivocarme. Espero que la Guía de Dios no me sea difícil de seguir.
Por eso si no estoy por aquí...
Si ya no me asomo por sus vidas...
Es que ya llegó el momento...
De pedir ayuda...
De cambiar mi vida...
Y cuánto cuesta! Por Dios! Cuánto!
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