NUEVA VIDA!

miércoles, 30 de enero de 2008

Sigue el tango, Tita Merello

Voy a poner un texto sobre dos voces del tango, Tita Merello y Libertad Lamarque.

Hoy, Buenos Aires, está un poco más solo. La inolvidable Tita, nuestra Bette Davis, nuestra Anna Magnani, nuestra María Félix, acaso nuestra Billie Holiday, pero también nuestra "tigra del corazón" como la vio Leda Valladares que asistió anonadada y ferviente a su encuentro con Victoria Ocampo, partió hacia una región seguramente más intensa.
El torpe periodismo y sus endebles manipuladores obscenos poco memoran el alto alcance creativo de Tita. Siempre las mismas fechas, los previsibles lugares de la muerte y el bajo vuelo, suspenso en la ceguera lucrativa...
A fines de los 60, Tita grabó -"dijo", con excepcional irisamiento, endiablada y con filo de cuchillos- un tango escrito por los no menos recordados Ulises Petit de Murat y Astor Piazzolla: "Yo soy Graciela Oscura". Esa curiosa canción, que nunca alcanzó el merecido reconocimiento (como tantísimas cosas en este mezquino país), a pesar de haber sido interpretada magistralmente antes por Egle Martin, en este caso acompañada por Astor para el film "Extraña ternura" (1964) (1), dice:


"Yo soy Graciela Oscura,al mundo entré descalzaforzando la puerta falsa, de padres desconocidos. (2)Yo soy un montón de traposacunados por los sapos (3)que croan en los baldios...
Yo soy...Yo soy Graciela que creceentre manos que castigan,entre voces tan amargascomo las agrias ortigas.Yo soy Graciela, la chica,que juega con las hormigasen las tardes doloridas.
Yo soy...Yo soy Graciela crecidacon los besos zaguaneros,con las caricias, tatuajes,que abren torpes senderos.Yo soy Graciela, mal nombreen las calles del recuerdo,en brazos del primer hombre.
Yo soy...Yo soy Graciela Oscura,pero en cuartos enviciados.Un motín de bocas durasme dicen nombres prestados.Yo soy Graciela Oscura...Yo soy Graciela Oscura...Oscura...Graciela..."

Admitamos, por un instante, la representación alegórica del tango como un janus bifrons: sin lugar a dudas, el lado femenino del dios trazaría el rostro de Tita. Una caravana de personajes versátiles y alucinatorios diseñan, mientras tanto, lo que se da en llamar -eufemísticamente- trayectoria artística. Pero debajo de ellos subyace siempre un fuego terso y perseguidor: aquél que sitúa al hombre en la vida que se sueña (4) y se construye permanentemente en un continente de extremadas mutaciones. Crónicas de la dicha, de esplendores y de furia. El éxtasis nos funda en la mirada del mundo, nos refracta en la producción de su mirada del mundo. Ella lo dirá, alguna vez, de esta manera: "(...) Mi mejor personaje es el mío. Una actriz dramática se llora a sí misma cuando interpreta a un personaje teatral." Por eso, Tita hace refulgir como pocos los soles de la oscuridad desde esos arrabales que, como bien advierte el tango, "hoy reinan en todo el mundo". Y muestra el abierto, trágico, corazón del hombre.
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