NUEVA VIDA!

domingo, 20 de enero de 2008

argentinos-colombianos-otros

Hola Dña Elo Hace unos días le envié(sinó estoy mal) el primer escrito de esta serie, hoy le remito la 2da parte, espero no herir con ello a nadie, lejos de mí tal cosa, si gusta lo sube a su blog, ua nos comunicaremos. abrazoMaría
Blog César Rodríguez
Buenos Aires y los colombianos (II)Veo que el blog anterior molestó a más de uno. Lo cual es una buena señal, porque muestra que el tema del clasismo colombiano levanta ampolla. Y porque dio lugar a varios comentarios interesantes en este espacio y en correos electrónicos.Hago caso omiso de los que, con el fácil atajo del anonimato, se van por el viejo truco electrónico del lenguaje ofensivo. Me concentro, en cambio, en los varios que me critican por decir que, para la minoría colombiana que tienen con qué viajar, una de las rarezas atractivas de Buenos Aires es que allí es menos intenso, menos omnipresente, el sistema de castas sociales que es el pan diario en Bogotá y en Colombia en general. El que sale a flote en cada interacción en Colombia, en la que la pinta, el hablado y tantas otras señales sutiles (y no tan sutiles) de la clase y el estatus que hacen parte de nuestro ADN social.Varios (como Álvaro, Angélica y Fabián) apuntan, con razón, que en Argentina, como en todas partes, también hay clasismo, y que es rampante el racismo contra bolivianos, peruanos y otros inmigrantes. A partir de esos contraejemplos, me piden más rigor o precisión. Así que esta entrada va a ser más larga y “académica” que la anterior. Por tanto, más aburrida y vulnerable a las predecibles críticas antiintelectualistas. Pero no se puede tener contento a todo el mundo.Comienzo por hacer una precisión sobre el argumento del blog anterior que se le escapa a mis críticos. Como pueden ver abajo, el argumento no era que en Argentina no había clasismo (como muchos parecen haber entendido), sino que es menor que en Colombia. Y que ello es evidente en la cotidianeidad –por ejemplo, en las conversaciones con meseros, vendedores, taxistas, funcionarios públicos, recepcionistas, etc., que en Colombia están ordenadas por una fría y calculada distancia clasista marcada por el “usted”. Insisto en que la diferencia la nota cualquier colombiano que viaje o viva en Buenos Aires, como lo dijeron varios en sus comentarios. Pero el punto no es pura anécdota, sino que ha sido pensado por algunos de los analistas sociales más certeros de América Latina, a propósito de la comparación entre las relaciones sociales en Argentina y Brasil (que se acerca mucho más al modelo clasista colombiano). La reflexión más lúcida sobre el tema la ha hecho Guillermo O’Donnell (el reputado politólogo argentino de la Universidad de Notre Dame) en un ensayo tan agudo como divertido y titulado “¿Y a mí, qué mierda me importa?”, que me pasó en Buenos Aires una colega del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) cuando le conté de las críticas al pasado blog. El ensayo es una respuesta a otro igualmente famoso del antropólogo brasilero Roberto da Matta, que lleva el título “¿Usted sabe con quién está hablando?”. El escrito de da Matta es la mejor reflexión sobre señales diarias del clasismo brasilero, cuyo epítome es precisamente la pregunta del título, que los brasileros de clase alta lanzan como un dardo contra los de menor “estrato” cuando quiera que sienten que estos ignoran la diferencia abismal entre ellos. Lo que pregunta en Colombia, digamos, alguien de estrato 5 o 6 para “poner en su sitio” a algún “servidor” (léase portero, secretaria, mesero, venderor, etc.) que les parece altanero o “levantado”: “¿Usted sabe con quién está hablando?”. O’Donnell contrasta esa verticalidad brasilera (y, diría yo, colombiana), con la relativa horizontalidad social en Argentina. De ahí el título de su ensayo, que es la respuesta que daría un servidor argentino a la pregunta de da Matta: “¿Y a mí qué mierda me importa (quién sea usted)?”. Y agrega perceptivamente que mientras que en sociedades como la brasilera (o la colombiana) los mismos servidores se encargan de “ponerse en su sitio” con una actitud sumisa frente a quienes sirven, “en Buenos Aires, sus equivalentes suelen hacer una serie de gestos, aproximaciones y omisiones para lograr algo tal vez antipático (pero que francamente me parece preferible): dejar en claro que no están sirviendo, están trabajando”. Ahí va, entonces, esta joya en respaldo del argumento del blog anterior, que viene de uno de los analistas sociales argentinos más agudos, a partir de su experiencia de vida por toda América Latina. Debo decir que, a renglón seguido, O’Donnell muestra el lado menos amable de esta forma de ser argentina. Pero eso es para otro blog. Por ahora, les dejo la inquietud, especialmente a quienes, con cierto aire patriotero, la emprenden contra la paja en el ojo argentino y no ven la viga en el ojo del clasismo propio. www.cesarrodriguez.net
Por César Rodríguez
PUBLICADO 17/01/2008
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Buenos Aires y los colombianos Colombia está de moda en Argentina. De un lado están las noticias sobre Emmanuel en las tapas de los periódicos, que, gracias al pantallazo del Kirchner (Néstor), le hicieron descubrir a los argentinos que en Colombia hay guerra.De otro lado están los miles de colombianos que andan por acá de vacaciones o, como este servidor, en asuntos de trabajo. La invasión es tal que es inevitable preguntarse qué es lo que los colombianos encontramos tan atractivo de Argentina –aparte del hecho obvio de que Buenos Aires es de lejos una de las ciudades globales más interesantes, amables y costeables del mundo. Yo creo que la respuesta va más allá de las alusiones obvias a la arquitectura, la comida o la vida cultural. Tiene que ver, más bien, con un asunto sociológico, con el perdón de ustedes por el sesgo profesional. Lo que los colombianos –lo que el resto de los latinoamericanos—encontramos en Argentina son los últimos rezagos de una sociedad con menos desigualdad, donde la gente no mira de arriba abajo al que entra a un restaurante para medirle la “clase”, donde se vocea a todo el mundo, donde los taxistas y los vendedores hablan de tu a tu (o mejor, de vos a vos) con los pasajeros, donde la gente de todos los estratos todavía sale a jugar fútbol a los parques públicos. Todo esto a pesar de que con la crisis de 2001 se disparó la desigualdad y los mecanismos que evitaban su latinoamericanización –desde la educación hasta la salud públicas de calidad. Argentina está lejos de ser el paraíso (aunque Buenos Aires sea un buen candidato a ese estatus). Pero por lo menos nos permite a los colombianos imaginarnos por unos días cómo sería una sociedad menos obsesionada con la jerarquía, en la que la pinta, el habladito o el barrio no sean signos tan obvios de 'quién es quién'. www.cesarrodriguez.net
Por César Rodríguez
PUBLICADO 08/01/2008
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